Respirador Oral ¿De qué se trata?
En ocasiones, cuando acudimos con los más pequeños al odontopediatra, podemos recibir un diagnóstico que puede crearnos dudas: es respirador oral.
Lejos de ser una dolencia alarmante, sí que requiere de una actuación rápida a fin de disminuir los riesgos que supone para el buen estado general de la boda de nuestros pequeños, además de otros trastornos como alteraciones del sueño o estado general.
Para solucionarlo, deberemos contar con la colaboración y la diagnosis de otros especialistas como pediatras u otorrinos.
¿Cómo sé si mi hijo es respirador oral?
Con frecuencia suele ser detectado por los odontopediatras en revisiones periódicas. En la inspección visual, se pueden ver algunos signos que, acompañados de una anamnesis de hábitos a los padres, llevarán a la conclusión de si el niño es o no respirador oral.
En este cuestionario, el odontopediatra realizará preguntas sencillas sobre hábitos del niño: si presenta otitis de repetición, tiene terrores nocturnos, sueño agitado, somnolencia durante el día, ronquidos o apneas. Además, en esta batería de preguntas también se encontrarán algunas sobre hábitos (es frecuente que sean niños que realicen mal las comidas) o alteraciones posturales (por ejemplo, echar la cabeza hacia atrás o mantener la boca abierta gran parte del tiempo).
Además, visualmente pueden observarse problemas típicos tales como mala posición mandibular, protrusión de los dientes superiores o dientes apiñados.
Otras de las peculiaridades que presentan los respiradores orales es la sequedad bucal. Este problema puede alterar la producción de saliva dando lugar a la aparición de caries o acúmulos de sarro, influyendo, de manera directa, en la salud bucodental de los niños.
¿Cuáles son las causas?
Hay muchas causas tanto anatómicas como circunstanciales que pueden originar. Por ello, es importante delimitarlas y detectar cuál o cuáles son las principales para atajarlo de raíz. En la mayoría de las ocasiones se deberá contar, como hemos indicado, con la colaboración de pediatras y otorrinos.
La causa puede ser una simple obstrucción en las vías superiores o una desviación del tabique nasal. Pero también algunas que se originan por malos hábitos, resfriados o, de manera más grave, alteraciones anatómicas como puede ser la hipertrofia adenoidea o amigdalina (comúnmente conocido como vegetaciones o anginas respectivamente) o la flacidez en la musculatura peri oral.
¿Cuál es la solución?
La principal solución es descifrar qué está originando el síndrome. A partir de ahí, puede haber múltiples soluciones, como refuerzos en el sistema inmunitario o cirugías de tabique nasal, adenoidectomía.
Una vez se detecta el origen y se trata, además, pueden realizarse ejercicios que ayuden a la musculatura que rodea los dientes superiores a protegerlos (por ejemplo, soplar a través de un “pompero” o ejercicios de fuerza con los labios).
Si la protrusión fuera demasiado grande, el odontopediatra puede valorar el uso de algún tipo de ortodoncia que ayude a colocar los dientes o incluso cirugía maxilar.
Como ves, una revisión periódica en nuestro dentista u odontopediatra puede detectar problemas que van más allá de la salud bucodental.
Por ello, reiteramos la importancia de acudir a revisiones periódicas con tu odontológo o, en este caso, odontopediatra. ¡Cuída de los más pequeños!